EL TAMBANILLO.


En varias ocasiones os hemos hablado de "El Tambanillo". 

En nuestra zona se trata de la repisa que queda en la parte superior de una escalera. Cabe decir que en la actualidad, la mayoría de ellas tiene un concepto abierto, pero en las casas de pueblo antiguas, lo más económico era cerrarlas con ladrillos o cualquier otro material, ya que adquirir una barandilla de hierro no estaba al alcance de todos los bolsillos...

En una entrada anterior, os mostramos la parte inferior del referido tambanillo, la cual acicalamos un poco, pintando las vigas de madera, y los ladrillos de barro que necesitaban un lavado de cara extremo.




Pero la parte superior estaba hecha un auténtico desastre, totalmente desconchada, llena de suciedad y con el material original prácticamente suelto. Las paredes estaban sin enlucir, y necesitaba un cambio de imagen urgente.

Dadas las circunstancias, cualquier otra persona hubiera optado por eliminar absolutamente todo, e instalar una barandilla, pero teniendo en cuenta que nuestra máxima es conservar todos los elementos auténticos y autóctonos de las casas, decidimos acometer un nuevo proyecto.

En la siguiente foto, podéis comprobar cuál era el estado original, y la idea que teníamos en mente, la cual replanteamos, consistiendo en utilizar unos ladrillos antiguos que recuperamos de una demolición en otro bien inmueble, y que queríamos incorporar como si fueran un mosaico.




Tras mucho pensar, optamos por una composición más sencilla que lo que aparece en la imagen anterior, y seleccionamos sólo dos tipos de azulejos.
Los situados en los laterales  tiene dibujados una rosa de los vientos preciosa, única y con una combinación de colores espectacular. De hecho, era una de  nuestras piezas favoritas, y los tuvimos guardados más de 15 años esperando que llegara la oportunidad de ubicarlos en el sitio que se merecían, ya que son ´preciosos. Desconocemos exactamente cuánto tiempo tendrán, pero estamos seguros que más de dos siglos, por las heridas de guerra que presentan y porque están pintados a mano, de hecho, no hay dos idénticos. 



Así que tras aplicar una fina capa de cemento, los empotramos directamente, igualando toda la superficie, quedando ésta uniforme, y pintando a posteriori de blanco, para no restar protagonismo a los elementos verdaderamente importantes.




En el centro optamos por otro diseño que fuera totalmente diferente, y utilizamos unos ladrillos que nos había regalado un familiar, y que también intuimos tendrán muchos años a sus espaldas.



El resultado final de la composición, era armonizar dos elementos iguales, con diseños diferentes, pero que en su conjunto fueran los protagonistas de la parte superior de la escalera y captaran absolutamente todas las miradas, como realmente ha sido. 




El resultado final es el que os mostramos a continuación, pero como ya sabéis, siempre nos gusta acompañar nuestros diseños con ciertos elementos que conjuguen con el resto de la estancia, por lo que la elección se realizó en tonos blancos y rojos, añadiendo el verde de las plantas que tanto adoramos, y que quedan perfectas en cualquier espacio. 





La Botella de cristal que aparece, la encontramos tirada entre los muros de un campo, junto con unas macetas de barro antiguas, y que no dudamos en llevar a casa, la cuál hemos acompañado con unas plantas y crea un diseño sencillo pero elegante.


Recordar que todo tiene una segunda oportunidad, y nuestra máxima es de hacer de los inconvenientes oportunidades decorativas y proyectos únicos.

Esperamos os haya gustado, y no os perdáis nuestra próxima entrada donde podréis ver el resultado final de este proyecto.



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